El truco de un matrimonio largo es la constante flexibilidad.
Esta novelista de origen noruego lleva 30 años casada con el escritor Paul Auster. Brillantes, intelectuales y comprometidos, forman una de las parejas más `cool´ de Nueva York. Charlamos con ella.
«Mira, es Paul Auster, el poeta». Le dijeron. Y ella se enamoró en el acto… «Él tardó un poco más, un par de horas», recuerda Siri Hustvedt. Corrían los años 80 y el hoy célebre escritor todavía no había publicado ninguna novela. Un año después se casaron. Y juntos han crecido como escritores: él, hasta alcanzar la fama; ella demasiado a menudo relegada a la figura de `la mujer de´.
Sus ojos azules, su cabello rubio y su imponente 1,80 de estatura revelan los genes noruegos de esta mujer, nacida en una pequeña localidad de Minnesota hace 56 años. Su primer poema lo publicó hace ahora tres décadas, en 1981. Y desde entonces ha ido fraguando su propia carrera literaria: acaba de publicar su quinta novela (El verano sin hombres, Anagrama) y el libro Ocho viajes con Simbad (La Fábrica), donde sus textos conviven con las imágenes del fotógrafo iraní Reza. Ella y su marido son, para muchos, una de las parejas mas cool de Nueva York. Por ello, no es extraño que su nueva novela, en la que narra la historia de una mujer abandonada por un esposo que huye con una mujer más joven, haya levantado más de un interrogante en los círculos literarios…
XLSemanal. Todo el mundo ha querido ver algo autobiográfico en su novela. Creo que hasta algunos amigos suyos se alarmaron al leerla.
Siri Hustvedt. ¡Sí! [Ríe]. Un amigo me llamó por teléfono y me preguntó si iba todo bien entre Paul y yo. Y yo le dije: «¡Pero qué te pasa!» [ríe de nuevo]. Mi marido no me ha dejado ni yo he vuelto a casa de mi madre. Pero, bueno, si la gente ve la novela tan biográfica, debe de ser porque hay algo auténtico en ella.
XL. Usted define su novela como una obra feminista.
S.H. Sí. En el sentido en el que relata la subversión y la insurrección de las mujeres. La mujer ha avanzado mucho. Cuando yo era estudiante de Literatura en Columbia, fui a una clase del departamento de Filosofía… ¡y no había una sola mujer! Esto ha cambiado completamente y es una diferencia importantísima. Pero, por supuesto, no está todo hecho. ¡Mira el Gobierno de cualquier país…! Está claro que todavía no vivimos en una cultura de igual a igual. Creo que todavía hay muchos prejuicios inconscientes contra las mujeres, mucha presión ideológica de la que la gente ni siquiera se da cuenta.
XL. Como aquel periodista alemán que le dijo: «Sé que este libro lo ha escrito su marido».
S.H. ¡Exacto! ¡Todavía me sorprenden este tipo de cosas! Debe de ser que sigo siendo un poco ingenua, aunque, la verdad, creo que serlo es bueno: te permite ver cómo deberían ser las cosas en realidad. Tenemos muchas identidades: ¿por qué la de género parece siempre la más importante, y no la estatura o cualquier otra característica? Fíjate en el concepto de sexy para las mujeres. Muchas veces las mujeres se transforman en objetos para ser consumidos. Literalmente.
XL. Su marido no era famoso cuando se conocieron.
S.H. Hemos sido compañeros literarios, además de vitales. Cuando yo conocí a Paul, él no era famoso. Nuestra vida matrimonial ha coincidido con todo su proceso creativo. Cuando yo lo conocí, estaba escribiendo su primera novela. Y juntos vivimos los numerosos rechazos que tuvo su libro: ¡le dijeron que no hasta 17 veces! Fue algo muy doloroso para los dos.
XL. Son una pareja de escritores, ¿hay rivalidad literaria entre ustedes?
S.H. En absoluto. Somos los primeros editores el uno del otro. Cuando a él le llegó el éxito y la gente empezó a entender la importancia de la Trilogía de Nueva York, yo me alegré muchísimo. Nuestras trayectorias literarias, sin embargo, han ido alejándose cada vez más en los últimos años. Quizá porque yo me he acercado a una vía académica, muchas conferencias, clases… ¡Y me encanta!
XL. Entonces, pese a las alarmas que ha despertado la trama de su último libro, no debemos preocuparnos…
S.H. He visto a muchos matrimonios irse al traste... y un buen día me pregunté: «Qué ocurriría si...?». La idea de que de repente todo puede cambiar es una premisa fascinante. En cualquier caso, el truco de las relaciones largas es un movimiento, un reajuste constante. La flexibilidad. Así definiría yo nuestro matrimonio. ¡De momento todo va bien!,etc.
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