 TÍTULO
TÍTULO; REVISTA TOROS, JUAN BELMONTE, EL DIESTRO QUE REVOLUCIONO LA TAUROMAQUIA TOREANDO COMO SENTIA,
  REVISTA TOROS-foto.
José Gómez Ortega (torero)
Joselito fotografiado por Diego Calvache
 
 
 
José Gómez Ortega, llamado 
Gallito y más tarde también 
Joselito, fue un célebre matador de toros, español de etnia 
gitana. Nació el 
8 de mayo de 
1895 en 
Gelves, en la Huerta de El Algarrobo (
Sevilla), y falleció el 
16 de mayo de 
1920 en la 
plaza de toros de 
Talavera de la Reina. Niño prodigio del toreo, considerado por muchos el torero más completo de la historia, protagonizó junto a 
Juan Belmonte, con el que mantuvo una rivalidad legendaria, la llamada 
Edad de Oro del 
toreo
 durante la década de 1910. Su muerte prematura e inesperada, en la 
cúspide de su éxito, no hizo sino engrandecer su leyenda como gran 
maestro de la vieja lidia y transición definitiva hacia el toreo 
moderno.
Biografía
Primeros años
Hijo, hermano y nieto de toreros, de la famosa dinastía taurina de 
los Gallo,
 fue considerado en su época un niño prodigio del toreo. Los ganaderos 
se lo disputaban para los tentaderos. Asistió a la escuela, al aire 
libre, de la 
Alameda de Hércules,
 donde toda los chicos del barrio jugaban al toro. Antes de cumplir 13 
años mató un eral y se le impidió matar otro que se consideraba ya muy 
desarrollado para la edad del niño. Se cuenta que lloró de rabia porque 
se sentía seguro de poder cumplir con este segundo astado.
Debutó el 13 de junio de 
1908 con menos de 13 años de edad, en 
Jerez de la Frontera, matando becerros de 
Cayetano de la Riva, junto con 
José Puerta y 
José Gárate.
 De inmediato impactó por su estilo, capacidad de manejo de las 
dificultades de la lidia y su capacidad de entender las virtudes o 
limitaciones de los toros que le correspondiesen.
 
Joselito dando un 
pase natural, de forma muy moderna, toreando ya en redondo.
 
 
 
Corte de torero largo en su trazo, poderoso y dominador de todas las 
suertes, se le consideraba muy capaz con el capote, facultad esta última
 que continuó mejorando a lo largo de su carrera. Así le describe la 
enciclopedia de Cossío:
 "Banderillero de facultades prodigiosas, con una muleta que imponía 
condiciones a los ejemplares y un matador fácil por su efectividad. 
Torero completo de los pies a la cabeza".
Su trayectoria de 
novillero fue dinámica y meteórica. Su mejor año en 
1912, cuando debutó en 
Madrid, el 13 de junio, en la plaza de la carretera de 
Aragón. Era una corrida de toros y dejó pasmados a todos por su competencia lidiadora. Ese mismo año lo hizo en 
Sevilla, días después, el 23 de junio. En los dos importantes escenarios alcanzó alturas insospechadas, causando sensación.
Juventud y madurez
Toma la alternativa con 17 años el 28 de septiembre de 1912 de manos de su hermano 
Rafael Gómez "El Gallo", a quien también llamasen el 
Divino Calvo. El toro del doctorado se llamó 
Caballero y pertenecía al hierro de 
Moreno Santamaría.
El título lo confirmó en 
Madrid,
 ese mismo año, el 1 de octubre, unos días después. También su hermano 
le cedió los trastos al joven Joselito para que matase al burel 
bautizado como Ciervo de la ganadería del 
Duque de Veragua, un ejemplar de la rara pinta, jabonero claro, bien armado y con cara rizada.
Ya de matador de toros empiezan a surgir las competencias en principio, con 
Ricardo Torres "Bombita", 
Machaquito, 
Vicente Pastor, en cierta forma con su hermano Rafael "El Gallo" y posteriormente con el Califa Leonés (de León de los Aldamas, México), 
Rodolfo Gaona y, desde luego, con su paisano 
El Pasmo de Triana Juan Belmonte García.
Se formó una trilogía que acaparó la atención popular. Tres 
reconocidos artistas con disímiles estilos, cuya rivalidad dio margen a 
una controversia impregnada de pasión.
Hubo temporadas como las de 
1914 a 
1917,
 en que la fiesta brilló intensamente y floreció entonces lo que los 
aficionados taurinos han llamado la edad de oro del toreo. Se 
convirtieron en esta época Sevilla y Madrid en los escenarios 
determinantes de las contiendas de Joselito y Belmonte por la atracción 
que las mismas generaba.
A manera de anécdota se cuenta el pasaje de la despedida de Bombita 
en Madrid, quien estuvo muy bien, y después de matar a su segundo toro 
esa tarde se acercó a Joselito para decirle: "Yo ya he terminado mi vida
 de torero. No me ofrezcas banderillas en el último toro". Joselito hizo
 caso omiso a la advertencia y en el sexto le ofreció los garapullos no 
quedándole otra opción al diestro que aceptar el reto, colocando de mala
 manera las banderillas, lo opuesto a Joselito quien, se dice, colocase 
un muy buen par.
 
Joselito (a la izquierda, con montera) posa junto a 
Belmonte, en la Plaza de Murcia en abril de 1920.
 
 
 
En su intensa trayectoria Joselito inmortalizó una serie de toros que
 se recuerdan todavía como lecciones de buen torear, como al toro 
Almendrito de 
Santa Coloma en Sevilla, mismo escenario en la que inmortalizó al burel Napoleón. Así también el 30 de septiembre de 
1915, en una de las muchas encerronas en solitario que protagonizó, se le concedió por vez primera en la 
Real Maestranza de Sevilla
 y tras una inigualable faena, la oreja del toro Cantinero de Santa 
Coloma (inaugurándose así dicha costumbre), en parte por el recuerdo de 
su magistral actuación el día anterior ante un toro de 
Miura. Sentó un precedente que se sigue mencionando hasta la fecha.
El 
6 de junio de 
1918, toreó en la inauguración de la plaza que sería conocida por sus incondicionales por "el patio de su casa", la 
Monumental de Sevilla.
Bajó un poco su actividad en 
1918 debido, principalmente, a una cornada que le infiriese un toro en 
Zaragoza; enfermando por esta causa en 
San Sebastián y tardando en sanar.
Precisamente, la temporada de 1920 la inició en la Real Maestranza el
 4 de abril. Después fue a Madrid, en una de las pocas tardes en que no 
tuvo suerte. Como ocurre en otras profesiones, a los toreros, cuando 
alcanzan la cúspide, suelen verse circunstancialmente bajo la crítica de
 detractores, lo que ha ocurrido en muchas oportunidades a otros 
matadores y a lo que no escapase Joselito a pesar de su reconocida 
calidad.
Muerte
La tarde del 16 de mayo de 1920 no figuraba Joselito en la programación de 
Talavera de la Reina. El cartel original lo integraban 
Rafael Gómez "El Gallo", 
Ignacio Sánchez Mejías y 
Larita.
 Joselito, enojado por lo que consideraba un trato ingrato por parte de 
la afición madrileña, había roto su contrato para torear ese mismo día 
en Madrid. Fue incluido a última hora para el festejo talaverano, en un 
mano a mano con su cuñado Ignacio Sánchez Mejías, en una corrida 
apadrinada por su amigo el crítico 
Gregorio Corrochano. El quinto toro, «
Bailador», de la ganadería de la señora viuda de Ortega, pequeño y 
burriciego (sólo veía de lejos), lo embistió, causándole una cornada en el vientre que le produjo la muerte.
En el medio taurino, acostumbrado entonces a los rumores sobre falsas
 cogidas, reinó el desconcierto y luego la estupefacción al conocerse la
 noticia de que un toro había matado a Joselito 
el Gallo, 
considerado ya entonces un monstruo sagrado y un genio de la fiesta. Su 
relevancia quedó ilustrada en el pésame que enviase el gran torero 
cordobés, ya retirado, 
Rafael Guerra "Guerrita" a su hermano 
Rafael Gómez "El Gallo": «Impresionadísimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. ¡Se acabaron los toros!»
Nuestra Señora de la Esperanza Macarena vistió de luto por su muerte, por primera y única vez. Desde entonces, es costumbre interpretar en las plazas el 
pasodoble Gallito (aunque se compuso originalmente en honor de su hermano mayor) cada aniversario de la cogida. 
Muñoz Seca le dedicó unas quintillas ese mismo año, que menciona Cossío y que se convirtieron en un pasodoble, recientemente descubierto.
1
Joselito se encuentra enterrado en el 
Cementerio de San Fernando de Sevilla, donde tiene un mausoleo financiado por suscripción popular y realizado por el escultor valenciano 
Mariano Benlliure.
Todos los 16 de mayo, en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, 
las cuadrillas hacen el paseíllo desmonterados (con la montera en la 
mano) y se guarda un respetuoso minuto de silencio en recuerdo a la 
muerte de Joselito.
«Al diablo le sobran clientes, hay muchas almas en venta» ... —Más sobre aquellos polvos que sobre estos lodos. Sobre los héroes populares ...
 
-foto--Juan Urbano, escritor y profesor, se 
debate entre el desahucio y la supervivencia. Si vende su alma al diablo
 y escribe al dictado de Mario Duque, corrupto y excarcelado ricachón de
 la España del pelotazo, salva el pellejo. ¿Comer o fenecer? Su dilema 
moral está en la esencia de Ajuste de cuentas (Alfaguara). Es la 
tercera novela de Benjamín Prado que protagoniza Urbano, mezcla del Juan
 Panadero de Alberti y el Juan Nadie de Capra. Explora las raíces de la 
corrupción en la España del pelotazo.
—¿Otra novela sobre la corrupción?
—Más
 sobre aquellos polvos que sobre estos lodos. Sobre los héroes populares
 que fueron apóstoles del dinero fácil y del éxito rápido. Cuando 
parecía normal enriquecerse hasta la obscenidad en un suspiro; pasar en 
nada de abogado del Estado a presidir el cuarto banco del país. Para 
Balzac las novelas son la historia privada de los países, y a eso aspira
 la serie de Juan Urbano. A contar desde la ficción la historia de un 
país.
 —¿A todos nos tienta el diablo?
—En 
momentos de crisis al diablo le sobran clientes; hay muchas, demasiadas 
almas en venta. Cualquier forma de ganarse la vida es respetable, salvo 
si implica un delito o daño a un tercero.
—¿Seguimos enfangados? 
—No
 hemos salido de un sistema de corrupción generalizada, global, que ya 
no tiene que ver con ideologías: solo con el poder. Quien toca poder 
hunde la mano en la bolsa del dinero ajeno y se lo lleva. Es el otro 
gran asunto de la novela
—Se asaltó el poder y el dinero con aplauso público ¿Todos ciegos? 
—El
 dinero deslumbra, como todo lo que brilla. Más el dinero fácil. Sin 
confundir jamás a los estafadores con los estafados, aquí nos hartamos 
de oír ‘¡compré mi casa por uno y la vendí por diez!’ El suflé subió y 
el euro fue la puntilla. El suelo tembló bajo nuestros pies.
—¿Alguna lección entre tanta indecencia? 
—Ten
 mucho cuidado a quién admiras. Personajes como el Mario Duque de la 
novela son muy peligrosos. Sobre todo cuando se convierten en líderes y 
la gente quiere parecerse a los que llegan a la cumbre mediante negocios
 sucios y dinero fácil. No por su trabajo y esfuerzo.
—¿Su Duque es Mario Conde?
—No.
 Tiene algún rasgo de Conde, como de Javier de la Rosa, Mariano Rubio, 
de Jesús Gil o Luis Roldán. De todos los que cavaron aquel agujero por 
el que hemos caído. Es una suma de todos los que plantaron el árbol 
sobre el que ha caído el rayo. Fueron el espejo del nuevo español del 
pelotazo y crearon las bases de esta catástrofe.
—Pasaron por la cárcel, pero salvaron el dinero.
—Recuperando
 lo que robaron los grandes ladrones de la España del pelotazo 
tendríamos superávit. Así de fácil. Entre eso y lo que defraudan las 
grades fortunas seríamos ricos.
—¿Los chorizo ahora son otros?
—Hay
 una gran diferencia. Hoy, si los ladrones van a la cárcel, están diez 
minutos, impugnan al juez, lo expulsan de la causa, y aquí paz y después
 gloria. Entonces se encarceló a los jefes la guardia civil y la 
policía, al ministro del interior, al gobernador del Banco de España, a 
presidentes de grandes bancos y algunos empresarios notables. Pagaron 
con la cárcel y casi ninguno levantó cabeza. Ahora si un banquero es 
sospechoso de numerosos actos delictivos, otro banquero lo ficha.